El balonmano femenino chileno volverá a codearse con los mejores equipos del mundo. El viernes pasado, en Managua, capital de Nicaragua, las “Lobas” timbraron su segunda clasificación a un Mundial adulto —la primera en 14 años—, luego de superar al elenco local por 47-34 en el Clasificatorio Centro Sudamericano. Posteriormente, en la final, cedieron ante Paraguay (31-17).
De esta manera, El Team Chile de Balonmano Femenino aseguró su acceso a la Copa del Mundo que se disputará simultáneamente en Dinamarca, Suecia y Noruega (30 de noviembre – 17 de diciembre).
En 2009, en China, Chile tuvo su única participación mundialista. De aquel plantel no quedan jugadoras en la selección, pero la portera Antonella Piantini (30 años) representa a un grupo de balonmanistas con varios procesos al cuerpo. “Ha sido un momento esperado por mucho tiempo a nivel de equipo y personal. Es algo por lo que venimos trabajando y luchando hace años, pero sinceramente aún me cuesta asimilarlo un poco. Estamos muy felices de haber dado este pasito que es histórico para el balonmano chileno”.
La avezada arquera explica las claves de la clasificación: “Parte fundamental ha sido que por primera vez llevamos un proceso largo de tres años con el mismo entrenador (Felipe Barrientos) y sistema de juego. Anteriormente, cambiábamos cada año y medio de entrenador y era muy difícil poder adaptar el equipo a cada modelo de juego. Otro factor importante es que se han normalizado los problemas de salud mental y la importancia de tener una psicóloga deportiva (Verónica Latuf) en el equipo, acompañando a las jugadoras”.
Gabriela Müller, máxima anotadora del torneo (34 goles), también aporta su reflexión. “Resalto la perseverancia y el trabajo que hemos hecho para estar acá, sobre todo las más experimentadas que han estado esperando y luchando por esto hace muchos años”.
El entrenador Felipe Barrientos desmenuza el camino recorrido. “Es un sueño hecho realidad. Fueron muchos años donde Chile no podía clasificar. Fue un proceso duro, pero eso ha sido la clave de todo, el proceso. Al principio las carencias eran múltiples: teníamos pocas jugadoras, poco volumen, poca adhesión al compromiso de la selección. También había déficit físico y falta de biotipo, pero con la constancia, se logró arreglar todo eso. Ahora hay un grupo de 40 jugadoras y una psicóloga como Verónica Latuf que ha sido clave”.
Al momento de las metas para 2023, el equipo no duda: “Un objetivo sería sacar medalla en Santiago 2023 y en el mundial dar la mejor presentación posible”, dice Müller. “Se nos viene un segundo semestre increíble, pero nuestro objetivo principal es podio en Santiago. Competir en casa es, sin duda, un plus para lograrlo”, aporta Piantini. “En Santiago podemos ser semifinalistas. En el Mundial solo tenemos que ir a crecer”, cierra Barrientos.